Una vez escribí un poema que titulé “poema sin
copyright” porque pienso que los poemas
no
pertenecen a la persona que los escribe, sino
a quien van dirigidos, a quien los
inspira.
Cuando escribí este poema, lo escribí para
alguien
sin determinar, sin definir.
No pertenecía a nadie.
Finalmente, ha encontrado dueño.
Quien sabe si en algún lugar recóndito de su
alma,
ha oido mi aullido.
Hoy calzo zapatos rojos de charol
Porque nadie volverá a encadenar
Mis pies a la tierra nunca más.
He elegido una vida vibrante
Una vida plena.
He tejido estos zapatos con los retales
De una vida rota.
Da igual que sean toscos,
Da igual que no le gusten a nadie.
Con ellos piso fuerte
y lavo las heridas tatuadas en mi piel
Las lágrimas del alma brotan hoy para sanarme.
A nadie engaño.
A nadie ofendo si los llevo,
Y no cubro mi desnudez...
Mi canto es una llamada
A lo salvaje y a su belleza.
Soy como la tierra.
Ven.
Ven tú. Ven aqui y ven ahora
a cubrirme de auroras, a llenarme de sol.
Ven solo si eres lo suficientemente indómito
Como para sentir mi alegria...
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