El perseguidor sabe
muy bien cómo jugar a hallar defectos en los demás simplemente para reforzar su
visión general sobre la vida y sentirse bien a costa del dolor ajeno para así
no tener que enfrentarse al suyo propio. Básicamente, el mensaje que lanza al mundo
es el de “tú estás mal”…
No tiene ningún
mérito descubrir los defectos de los otros, sino al contrario: Es una habilidad
innata en el ser humano y además solemos hacerlo con bastante frecuencia,
todos, sin excepciones y el que no, que me lance la primera piedra cuando me
vea. Las personas no solemos ser lo que aparentamos, solemos escondernos bajo
muchas máscaras. Algunas, afortunadamente, tras capas y capas de orgullo,
arrogancia, enfado, ira, miedo, frialdad o frivolidad, también somos alma, espíritu, luz.
Pero claro, para
llegar hasta ahí y actuar desde el ser más auténtico que llevamos dentro, hay
que recorrer un camino muy largo. A medida lo que recorremos, aprendemos que la
manera más difícil de actuar es descubriendo las cualidades y virtudes más
auténticas de las personas que viajan con nosotros. Descubrir toda su riqueza
interior, su luz y aún conscientes de sus defectos, amarlas incondicionalmente.
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