sábado, 16 de febrero de 2013

Las lágrimas son ríos que conducen a alguna parte


Yo se que en algún lugar, existe un océano hecho de todas las lágrimas que no se han llorado.
Es un  océano hecho de retales de vidas, de fragmentos tristes y amargos de todas las cosas que hombres y mujeres no le han contado a nadie jamás. Todos tenemos historias que contar y todas esas historias son importantes. Todos llevamos heridas tan profundas que no nos atrevemos ni a llorar, porque las lágrimas abren la puerta de ese océano que ocultamos a  costa de lo que sea. Todos tenemos secretos. Secretos profundamente guardados, historias incrustadas en los ríos subterráneos del corazón que preferimos no tocar. Historias de amor y desamor, de pasiones, de traición, de decepción, de angustia, de ira, de todas las miserias humanas que preferimos obviar. Es más fácil dejarlas en el mar de las lágrimas no vertidas que afrontarlas, es mejor taparlas con tatuajes. Mis verdaderos tatuajes no están solo en mi piel, están en mi alma y cada uno de ellos oculta una cicatriz. Mis secretos e historias inconfesables han estado navegando en círculos en ese mar de las lágrimas no vertidas, hasta hoy. Dejarlos brotar desencadenará una tormenta en mi interior, pero estoy preparada.
Porque como decía Pearls, sufrir la propia muerte y revivir, no es tarea fácil.
Os dejo un poema que escribí hace unos meses y a través del cual hago un pacto con mi alma: Desocultar mis cicatrices y no volver a navegar jamás en ese mar de lágrimas no vertidas...

Mis flores de plástico no harán que mi desierto sea un jardín
Mil rostros vacíos no llenarán 
La antesala de la soledad de mi alma...
Morir y renacer, como ave fénix, no es fácil, ni agradable
Y sin embargo sé que en algún lugar de mi alma
Están, aqui y ahora, floreciendo los cerezos


















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